domingo, 14 de marzo de 2021

La Semana Santa ya está cerca


 Acercándonos, en el tiempo, a la Semana Santa conviene lograr también un acercamiento espiritual a ella. Pero para ello tendríamos que entender de qué se trata este tiempo, pues todo en el mundo actual nos habla exactamente de lo contrario a lo que es.

En estos días santos los cristianos nos unimos  a la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo; y para ello, requerimos entrar a esa dimensión interior en la que lo podemos encontrar. Recordar, meditar, reflexionar y luego salir para vivir, lo que hemos hallado, con el otro.

Cómo lograrlo si no buscamos consciente y voluntariamente en libertad ese espacio físico y espiritual para encontrarnos personalmente con el Señor. Queda claro que en las fiestas, en las reuniones sociales de carácter profano, no lo lograremos. Se requiere, además, una disposición y deseo firme de acompañarlo en fidelidad, dos mil años después. Hacerlo por amor al Amor.

Si todo el año nos mantenemos cerca al Señor, será más fácil vivir la Semana Santa en identificación con Él, pero si nuestro caminar diario de los más de 300 días ha sido un caminar con distanciamiento de Dios, lo más probable es que se nos haga muy difícil acompañarlo, cargar la cruz, no abandonarlo y esperar su resurrección.

La cuaresma ayuda mucho como preparación para esta Gran Semana, es un tiempo propicio para volver al camino si nos hemos alejado de él. Vivir los 40 días con sus signos, prácticas piadosas, mortificaciones y la Palabra de Dios serán de gran utilidad para ejercitarnos en la cercanía a Dios y alejamiento de lo que nos mantenía distraídos o lejanos de Él. Es tiempo de conversión, lo que exige un cambio de mente y corazón, que nos lleva a una acción evangélica con Dios y con el otro. Y todo esto nos prepara para la Semana Santa que culminará con la Resurrección del Señor, liberándonos de las ataduras del maligno, llenándonos de gozo porque Jesús está vivo y porque estará en nuestra mente y corazón el deseo ardiente de compartir esa alegría, por todo lo que ha hecho el Señor por nosotros.

La Semana Santa ya está cerca. ¿Qué tan cerca estamos nosotros del Señor? ¿Cuánto nos hemos acercado o alejado de Él? ¿Estamos dispuestos a acompañarlo, ayudarle a cargar la cruz, a no negarlo ni abandonarlo? ¿O nos lavaremos las manos y hasta diremos “¡Crucifícalo!”?

miércoles, 6 de julio de 2016

SIGNIFICADO DE LA SEÑAL DE LA CRUZ

Aprendemos desde niños a hacer la "señal de la Cruz". Por lo general, es la abuelita o la mamá la que nos acerca desde muy pequeños a Dios a través de este gesto que encierra tremenda teología, pues se trata, en el fondo, del misterio principal de nuestra fe: el misterio de la Santísima Trinidad.

Es el resumen de mi fe, e implica más que sólo "decir", implica "hacer"; pues al pronunciar estas palabras "En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo", expreso mi intención de obrar como lo que soy: hija de Dios. Esto es fuerte, es comprometedor y a la vez es confianza en el Padre que me ha creado, en el Hijo que me ha redimido y en el Espíritu Santo que me santifica. 


Al tocar mi frente: «ofrezco a Dios todos mis pensamientos.
Al tocar mi pecho: consagro a Dios todos los sentimientos de mi corazón.
Al tocar mi hombro izquierdo: le entrego todas mis penas y preocupaciones.
Al tocar mi hombro derecho: le consagro mis acciones.

La señal de la Cruz es en sí misma fuente de grandes gracias. Debo considerarla como la mejor preparación a la oración, pero ya es en sí misma una oración, y de las más impresionantes. Es una bendición. 

sábado, 25 de junio de 2016

¿EN QUIÉN CREEMOS?

Suele pasar, y es muy común, que muchos católicos no sepan responder a esta simple - y tal vez es la más básica respuesta que deben explicar con acierto. El hombre, por el "chip" que tiene en su ser -puesto por Dios- y que hace buscarlo (*)  tiene sed de Dios; pero ante la falta de formación y muchas veces por la dureza de corazón no lo reconoce como Único y Trino. En la actualidad, la diversidad de ideologías, creencias, modas, confunden incluso a los bautizados. 
(*) El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios. CEC 27 - El hombre es capaz de Dios.
Confusión real o comodidad.
Ciertamente, en muchos casos es confusión; una clara consecuencia de la falta de conocimiento sobre "Aquel" en quien se cree. Y es así que cuando se hace la pregunta ¿Cómo es el Dios en quien crees? surge una variedad de respuestas, y dicen: "es una energía", "es un sentimiento", "está en todas las cosas", "es un ser que no puedo ver", "es una luz", "es un ser que está en el cielo"... y muchas más respuestas que sería interminable de escribir. Lo preocupante es que son respuestas reales que he recibo tanto de jóvenes como de adultos.

En otros y muchos casos, se ignora la doctrina recibida porque ésta exige una praxis coherente, que aunque viene de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, se prefiere la "creencia" de dioses modernos que van muy en consonancia con populares frases de estos tiempos: "vive la vida y no dejes que la vida te viva", "vive la vida, mientras no hagas daño al otro, todo está bien", "Soy soltero y hago lo que quiero", entre otras. El hombre y en concreto (lamentablemente) muchos cristianos (digo, bautizados) viven como si Dios no existiera, y deben llegar a circunstancias de crisis para volver la cara al único y verdadero Dios. Pero no lo conocen, no saben quién es, no saben cómo es, no se preocuparon por saber de Él, ni de comunicarse con Él, y menos de vivir sus enseñanzas.

Lo que la Iglesia nos enseña: Hay un solo Dios y es Trino
La confesión de la unicidad de Dios, tiene su raíz en la Revelación Divina de la Antigua Alianza. "Escucha Israel: el Señor nuestro Dios es el único Señor. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza" (Dt 6, 4-5)
Y no se queda la enseñanza en el Antiguo Testamento, sino que la Sagrada Escritura, en el Nuevo Testamento, nos muestra con claridad que es el mismo Jesucristo quien confirma que Dios es "el único Señor", y que es preciso amarle con todo el corazón, con toda el alma, con todo el espíritu y todas las fuerzas (Mc 12, 19-30). Deja, al mismo tiempo, entender que Él mismo es "el Señor" (Mt 12, 35-37). Confesar que "Jesús es el Señor" es lo propio de la fe cristiana. Esto no es contrario a la fe en el Dios Único. Creer en el Espíritu Santo, "que es Señor y dador de vida", no introduce ninguna división en el Dios único (CEC 202).
En la Sagrada Escritura encontramos varios pasajes de la vida de Jesús donde se habla de la Trinidad, entre ellos: La anunciación (Lc 1, 35); el bautismo del Señor (Mt 3, 16-17); La Transfiguración del Señor (Mt 17, 1-5); el envío misionero (Mt 28, 19).

Nuestra respuesta debe ser clara.
Es responsabilidad de todo cristiano responder con claridad que creemos en Dios, Uno y Trino. Un solo Dios, tres Personas distintas: Padre, Hijo, Espíritu Santo. Donde el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios. Y donde El Padre no es el Hijo ni es el Espíritu Santo. El Hijo no es el Padre ni es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo no es el Padre ni es el Hijo. Es un solo Dios, tres Personas distintas. Este es el misterio fundamental de nuestra fe; el misterio de la Santísima Trinidad.